La delgada línea amarilla: situaciones al límite. Reseña de la película y entrevista con el realizador Celso García
Resumen
La delgada línea amarilla empieza con pocas y precisas imágenes que nos da a conocer al protagonista y su condición de vida: La mano de un hombre vierte el agua hirviendo en una tasa de peltre y le agrega café soluble mientras tararea algunas palabras inaudibles. Sale con la taza de una casita, camina por un deshuesadero y, sentado sobre una pila de coches destartalados, toma su café, mirando cómo amanece. Antonio, o Don Toño, el vigilante del deshuesadero, será despedido un par de horas más tarde. “Fui sustituido por un perro”, comentará Antonio con amargura. El hombre pierde el trabajo porque “las cosas andan mal” y el dueño del terreno ya no puede pagarle los 700 pesos a la quincena. A su edad es casi imposible encontrar trabajo, menos en los pueblos desiertos de la región abandonada por la que Toño maneja su vieja camioneta en busca de empleo.
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